20 febrero 2011

Luna

Cada vez que la veo, me quedo embobado mirándola, a veces se deja ver en plenitud, plateada y enorme, otras veces se oculta pero siempre dejando adivinar su silueta en la oscuridad. Algunas veces se presenta como en llamas, o con un manto de niebla que le da un aire más intenso de misterio.

Muchas veces me la encuentro de frente, levanto la cabeza y allí está ella, como esperándome, y me quedo paralizado, apreciando su belleza, su presencia, recibiendo su influencia, esa que dicen que tiene sobre la Tierra.

En Mozambique celebraba su plenitud con barbacoas y buenos amigos en la playa.
Aquí no hay celebraciones, pero ella está ahí todos y cada uno de los días y aunque esté más o menos bella, cada día me remueve algo dentro cuando la descubro en el cielo.

Un día, en mi pueblo, volviendo a casa, al doblar la última esquina, me la encontré de frente, enorme, como nunca antes ni después la he visto. Invadía todo el cielo, era imposible no verla, y estaba adornada de un color anaranjado impresionante.

Apreciemos la belleza que su presencia nos regala.


LA LUNA

Ya nadie mira a la luna,
la luna ya no es de nadie;
ya no la cubren de besos,
ya no la bañan con sangre.

Ni ya le escriben poemas,
ni ya le clavan puñales;
ya no hay tragedias de amores,
ya no hay amor, no hay amantes.

Ya pasa sola la luna,
ya pasa sola, sin nadie;
ya no amontona secretos
ni alumbra sueños, como antes.

¿
Adónde fuisteis, poetas,
adónde fuisteis, amantes,
que la
dejásteis sin versos,
que sin amor la
dejásteis?

Ya no es de nadie, ni es luna,
la luna que ahora nos sale;
porque es un círculo sólo,
y sólo un círculo errante.

Sólo un castillo arrumbado,
sólo un recuerdo distante;
sólo una historia en un libro,
sólo una estatua en un parque.

La luna no será luna
sin corazones que amen;
sin pensamientos que vuelen
y sin poetas que canten.

Y es esa luna, lunero,
la misma luna, no obstante,
que tú metiste en los versos
porque era tuya una parte

Pero los hombres son otros
y otras las cosas que valen;
y otros los ojos que miran
y otras las formas de amarse.

La luna no será luna,
porque la luna es mirarse:
asesinar con los ojos
hasta el dolor de la sangre.


Mariano Estrada
Del libro El cielo se hizo de amor.

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