Mucho se ha escrito ya sobre el asesinato/ la muerte de Osama. Yo no voy a aportar nada nuevo a lo que muchos han dicho, aunque poco se les haya oído ya que no es la opinión oficial ni de los gobiernos occidentales, autodenominadas democracias, ni de los medios de comunicación que cada vez tienen menos poder de crítica.
Ya habréis adivinado que no estoy muy de acuerdo con el asesinato, ya que para mi no tiene otra palabra, a manos del país que dice ser (aunque sus hechos le delatan) la mejor representación de la democracia. Qué clase de democracia es capaz de seguir llamándose así cuando a alguien que ha cometido un crimen (horrible y detestable sin lugar a dudas) no le da el derecho de tener un juicio (aunque fuera una pampinopla) sino que se toma la justicia por su mano y lo mata de un tiro en la cabeza?
Pues el mismo que no apoya de forma oficial el Tribunal Internacional de la Haya contra crímenes contra la humanidad para que no se pueda juzgar a sus habitantes. El mismo que ha intervenido durante años en multitud de países poniendo y quitando dictadores y democracias electas cuando más le convenía. El mismo que todavía hoy mantiene Guantánamo abierto, un limbo jurídico dónde hacen con los presos lo que les da la gana.
Todavía el nobel de la paz (¿no se les caerá la cara de vergüenza a los miembros del jurado que decidieron dárselo?), señor Obama dice que el que no comparta el asesinato de ese asesino debería hacérselo mirar. Tendrá jeta el tío éste. Vergüenza le debería dar. Ojo por ojo y diente por diente. Este dicho es bastante aceptado en aquel país en el que todo es posible, un presidente negro nobel de la paz sembrando esperanza en el mundo para luego mandar los tanques para aplastarla con toda la fuerza posible.
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