Cada vez que la veo, me quedo embobado mirándola, a veces se deja ver en plenitud, plateada y enorme, otras veces se oculta pero siempre dejando adivinar su silueta en la oscuridad. Algunas veces se presenta como en llamas, o con un manto de niebla que le da un aire más intenso de misterio.
Muchas veces me la encuentro de frente, levanto la cabeza y allí está ella, como esperándome, y me quedo paralizado, apreciando su belleza, su presencia, recibiendo su influencia, esa que dicen que tiene sobre la Tierra.
En Mozambique celebraba su plenitud con barbacoas y buenos amigos en la playa.
Aquí no hay celebraciones, pero ella está ahí todos y cada uno de los días y aunque esté más o menos bella, cada día me remueve algo dentro cuando la descubro en el cielo.
Un día, en mi pueblo, volviendo a casa, al doblar la última esquina, me la encontré de frente, enorme, como nunca antes ni después la he visto. Invadía todo el cielo, era imposible no verla, y estaba adornada de un color anaranjado impresionante.
Apreciemos la belleza que su presencia nos regala.
LA LUNA
Ya nadie mira a la luna,
la luna ya no es de nadie;
ya no la cubren de besos,
ya no la bañan con sangre.
Ni ya le escriben poemas,
ni ya le clavan puñales;
ya no hay tragedias de amores,
ya no hay amor, no hay amantes.
Ya pasa sola la luna,
ya pasa sola, sin nadie;
ya no amontona secretos
ni alumbra sueños, como antes.
¿Adónde fuisteis, poetas,
adónde fuisteis, amantes,
que la dejásteis sin versos,
que sin amor la dejásteis?
Ya no es de nadie, ni es luna,
la luna que ahora nos sale;
porque es un círculo sólo,
y sólo un círculo errante.
Sólo un castillo arrumbado,
sólo un recuerdo distante;
sólo una historia en un libro,
sólo una estatua en un parque.
La luna no será luna
sin corazones que amen;
sin pensamientos que vuelen
y sin poetas que canten.
Y es esa luna, lunero,
la misma luna, no obstante,
que tú metiste en los versos
porque era tuya una parte
Pero los hombres son otros
y otras las cosas que valen;
y otros los ojos que miran
y otras las formas de amarse.
La luna no será luna,
porque la luna es mirarse:
asesinar con los ojos
hasta el dolor de la sangre.
la luna ya no es de nadie;
ya no la cubren de besos,
ya no la bañan con sangre.
Ni ya le escriben poemas,
ni ya le clavan puñales;
ya no hay tragedias de amores,
ya no hay amor, no hay amantes.
Ya pasa sola la luna,
ya pasa sola, sin nadie;
ya no amontona secretos
ni alumbra sueños, como antes.
¿Adónde fuisteis, poetas,
adónde fuisteis, amantes,
que la dejásteis sin versos,
que sin amor la dejásteis?
Ya no es de nadie, ni es luna,
la luna que ahora nos sale;
porque es un círculo sólo,
y sólo un círculo errante.
Sólo un castillo arrumbado,
sólo un recuerdo distante;
sólo una historia en un libro,
sólo una estatua en un parque.
La luna no será luna
sin corazones que amen;
sin pensamientos que vuelen
y sin poetas que canten.
Y es esa luna, lunero,
la misma luna, no obstante,
que tú metiste en los versos
porque era tuya una parte
Pero los hombres son otros
y otras las cosas que valen;
y otros los ojos que miran
y otras las formas de amarse.
La luna no será luna,
porque la luna es mirarse:
asesinar con los ojos
hasta el dolor de la sangre.
Mariano Estrada
Del libro El cielo se hizo de amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario