La ciudad de Zanzíbar, Stone Town, es una ciudad encantadora, llena de callejuelas por las que perderte, con un montón de casitas con encanto, con sus gentes mezcla de un montón de culturas razas religiones, lo que les da una belleza extraña y especial. Y por supuesto las puertas de Zanzíbar, por suerte as casas todavía las mantienen y las rehabilitan y les da un toque que te transporta a otra época. Los hoteles son una fantasía, la mayoría ha mantenido o intenta mantener una atmosfera de la época más floreciente de Zanzíbar y más horrorosa también( la de la época de la trata de esclavos). Las casas son enormes edificios de cuatro o cinco plantas, antiguas mansiones de las grandes familias de la época. Y muchas de ellas acaban en una terraza en lo alto desde la que te puedes perder observando la ciudad. Nos pasamos los dos días yendo de terraza en terraza, desde una localizabas las otras e intentabas llegar através de las callejuelas adivinando a que hotel pertenecía. Y en la calle foto tras foto a toda puerta que se nos ponía en medio, hasta 36 o igual mas!
Los días los pasamos entre paseos por la ciudad y visitas al Consulado de Mozambique. María consiguió después de más visitas de las que deseábamos, un visto que no le vale para nada al final, pero ya se sabe, la burocracia africana es así.
El tercer día nos fuimos a comprobar la fama de las playas del norte, y he de decir que la fama es bien merecida. Playa de arena blanca con agua cristalina increíble, y el atardecer fue de escándalo, no ese rápido de Pemba, que si te descuidas ya te lo perdiste, si no que el sol te daba tiempo para acompañarlo y despedirlo.
El viaje llegaba a su fin y nos tocaba volver para Pemba, el último regalo que nuestros ojos tuvieron fue la maravillosa visión desde una avioneta de las islitas entre Dar es Salaam y Zanzíbar.
Los tres nos despedíamos de tanzania, una estancia que se nos hizo corta pero que abrió el apetito para volver!
Ashanti!
No hay comentarios:
Publicar un comentario