Esta semana ha sido el WORLD GAY PRIDE, el foco mundial de los derechos LGTBI estaba puesto en Madrid. Tuve la oportunidad de pasar por allí y es magnífico como toda la ciudad se ha volcado con el evento.
Criticable, porque se ve como un evento que aporta una lluvia de dinero a la ciudad, pero tremendamente positivo porque, a pesar de esa mercantilización, de fondo se habla de todo el camino que todavía falta por recorrer para que los más invisibles dentro del colectivo (bi, trans, cisgéneros, etc).
Además tuve la oportunidad de charlar con una de las fundadoras de la Librería Berkana, la más antigüa e implicada de España, y me estuvo contando una de las muchas iniciativas en las que trabajan, concretamente en Guinea Ecuatorial. Montaron un festival LGTBI donde a parte de cine, literatura y arte se realizaron muchas charlas sobre la temática pero enormemente pedagógicas ya que los estereotipos fundados son inmensos (tanto allí como aquí).
Y justamente lo pensaba, que guay es celebrar el World Gay Pride en una ciudad gay friendly como Madrid pero que necesario sería celebrarlo en uno de los tantos países donde ser LGTBI supone violencia, la cárcel o incluso la muerte. Allí sí que habría que inundar las calles de banderas Arco Iris.
Buen orgullo y no olvidéis que detrás de toda esa fiesta alegre y abierta a tod@s queda demasiado por hacer en demasiados lugares del mundo.
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