19 agosto 2015

Detrás de los zafiros

Hace ya un par de meses, tuve la oportunidad de visitar más de cerca las minas de zafiros que hay en el sur de Madagascar y donde Agua de Coco abrió una escuela, La Escuela de Zafiros, para dar una alternativa  a los niños y niñas que desde pequeños crecen en torno al mundo de las minas y dónde probablemente muchos de ellos acabarán trabajando.

Lo primero que impresiona es el trayecto hasta encontrar el sitio de minas. Tras más de medio hora en coche y en mitad de ningún sitio aparecen ante tus ojos más de doscientas personas que se confunden con poleas de madera, cuerdas, tierra, palas y demás utensilios para el trabajo.

 
En medio de la nada, allí se encuentran cientos de personas agujereando la tierra con uno de los motores más potentes que he conocido, la esperanza. La esperanza de encontrar una piedrecita que te haga rico. Hablamos con algunos de ellos y siempre tenían la esperanza de que encontrarían algo. Si toda esa energía se destinara a cosas más productivas....

Pero cómo han llegado hasta allí? y por qué en ese punto? Pues todo es porque alguien en algún momento dado encntró algo allí, se corrió la voz y una marabunta de personas vino a probar suerte. 

Los sistemas son muy rudimentarios y se producen accidentes de vez en cuando. Un palo, una cuerda y a cavar. Se hace un agujero en la tierra, una persona desciende atado a la cuerda y sigue cavando y cavando. A una cierta profundidad se empiezan a realizar galerías verticales. A los problemas respiratorios que podemos imaginar de inhalar polvo y tierra durante horas y horas, muchas de esas galerías no son precisamente estables y se producen derrumbamientos. Es más, una gran parte del tiempo, el minero se dedica a sacar baldes de agua con lo que esa tierra es más barro que tierra sólida.



   


Pero cómo encuentran las piedras preciosas? El que está excavando en la mina, se dedica a llenar sacos de tierra. Una vez en la superficie, hay otros miembros del equipo que llevan los sacos al río más cercano donde se dedican a tamizar la tierra en el agua. La imagen no deja de sorprender y te lleva a películas del lejano oeste de la época de la fiebre del oro.

Muchos de estos ríos, ya no son ríos, sino sólo riachuelos ahogados por las cantidades ingentes de tierra extraída de las minas.






Y muchas veces para no encontrar nada o piedritas tan pequeñas que casi dan risa.



Pero cuando se encutra algo de verdad, qué pasa? 
Pues en toda esta región, en la carretera principal hay multitud de casas, caserones bastante particulares en cuanto a la arquitectura y al gusto. Estas construcciones son exclusivamente para la compra venta de piedras preciosas.  

Pues estas bellas construcciones junto con el comercio de compra venta es controlado en su mayoría por Esrilankeses... mais oui, de Sri Lanka. Parece ser que este país tiene una tradición en el trabajao de piedras preciosas enorme. Según se dice y se comenta, los amigos esrilankeses llegan a Madagascar con un visado de turistas por tres meses, compran lo que llega y se vuelven a Sri Lanka.

 


Tuvimos la oportunidad de entrar a una de esas oficinas de compra venta y de hablar con el responsable que efectivamente era de Sri Lanka y una persona muy agradable. Además de mostrarnos con gran entusiasmo una variedad de piedrecitas de multitud de colores y efectivamente bellas (la más barata 800 Euros) pudimos conocer mejor cómo funcionaba el mercado. 

Al parecer compran las piedras aquí en Madagascar, después se las llevan a Sri Lanka, donde tienen gente ultra especializada en el trabajo de las piedras. Una vez el pedrolo está listo, una parte se va para EEUU o para otros países y una parte vuelve para Madagascar para la venta a los turistas o población local pudiente.









Todo un mundo detrás de una piedrecita brillante.

 

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