Como guinda dos historias que incomodan pero que son demasiado reales en Madagascar.
La primera, una niña que vive en un centro social, con la educación asegurada, una alimentación que evita que caiga en la desnutrición y un entorno que disminuye su riesgo de prostitución infantil o embarazo precoz. Sin embargo su padre dice haber recibido la visita del espíritu de su mujer fallecida y que le ha dicho que o la niña abandonaba el centro social o la mataba.
La segunda, un niño se rompe el brazo, en vez de acudir al hospital van a ver a una curandera tradicional que lehace un vendaje conramas para que el brazo no se mueva. El brazo se pone peor y vuelven a la curandera que le hace otro tipo de vendaje. Acuden demasiado tarde al hospital, la única slución es cortar el brazo.
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