Esta semana el Parlamento francés (ese de la liberté, égalité et fraternité) aprobaba el matrimonio igualitario, diez años después de que lo hiciera España, después de Argentina y de otros tantos países que van asumiendo que la igualdad no debe ser sólo para la mayoría sino para tod@s amen a quien amen o tengan el género que tengan (aunque éste no coincida con el sexo).
En su día, me sentí orgulloso de que mi país (ese sentimiento nacionalista tan irracional, ya que yo no elegí dónde nacer) estuviese a la cabeza de los derechos de y para todos y por delante de países que teníamos como guías en libertades y derechos sociales.
La presión de las religiones (que deberían centrar su discurso en sus seguidores y no en la sociedad en su conjunto) ni de la derecha más conservadora consiguió frenar la ley igualitaria ni en España, ni lo ha conseguido en Francia.
A pesar de que en Francia el matrimonio ha sido aprobado, ni la adopción ni la inseminación artificial para mujeres lesbianas han sido incluidos en la ley. A pesar de que las familias homoparentales existen y son una realidad, como lo demuestra el siguiente vídeo y por el cual se recogen firmas para que estas familias reales y no perjudiciales para los niños (sólo para algunas mentes cerradas y obsoletas) sean reconocidas en toda Europa. Si queréis uniros lo podéis hacer en esta web :
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