26 julio 2011

Famélicos de conciencia

Hoy estaba comiendo y viendo las noticias, me supongo que muchos de vosotros.
Y en un momento dado: Somalia, hambre, imágenes de bebés famélicos, negros y africanos pesados en balanzas, con la mirada perdida (también la vida), madres que están tan secas en su interior que no les queda una sólo lágrima que emitir como sentimiento de dolor, indignación, impotencia.
No nos preocupemos, son imágenes que vienen y van, de vez en cuando un organismo internacional sin ningún poder real nos avisa: CRISIS ALIMENTARIA!!!! Perdemos un segundo de nuestra vida a ver esas imágenes, nos sentimos mal y continuamos.
Yo, hoy, también me he sentido mal, la palabra real es CULPABLE. Y no ha sido por tener un plato de comida caliente o fría (tengo la suerte de elegir) delante de mí, del que comía sin prestarle una atención especial. No me sentía culpable por pertenecer a la isla del mundo que se permite el lujo de comer sin hambre, de tirar un tercio de su comida a la basura (incluso antes de llegar a los mercados), de mirar para otro lado cuando esas imágenes aparecen en la caja tonta, que nos debería divertir no aumentar nuestras preocupaciones.
No era por nada de eso por lo que me sentía culpable. Me siento (presente del indicativo) porque tengo el poder de cambiar las cosas, porque mi gobierno tiene la obligación de representar mis preocupaciones a nivel local como a nivel internacional, porque soy de los pocos ciudadanos de este mundo (que es de todos) que de verdad tiene un poder dado, de exigir, de expresar mi opinión y ejercer una presión real sin que mi vida corra peligro, porque pertenezco a esa región del planeta que prefiere (preferimos, prefiero) preocuparse de la parcela que me ha tocado vivir y lo demás es ta tan lejos, tan ajeno a nosotros....
No es la guerra, no son los mercados, no son los gobiernos, no son fuerzas ajenas a nuestro control, en el fondo de todo estamos nosotros.

Nota: cuando hablo de nosotros, no me refiero a europeos u occidentales, si no a la persona como individuo y como grupo, como habitantes del mismo planeta en el que nos ha tocado vivir.

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