12 octubre 2017
09 octubre 2017
Sonrisas de esperanza
Por mi trabajo no estoy todo lo conectado que debería con la realidad de Madagascar, y sobre todo de l@s beneficiari@s de Agua de Coco.
Soy consciente de las difíciles situaciones en las que viven, las tremendas realidades a las que tienen que hacer frente, pero muchas veces el día a día nos hace no tenerlo tan presente aunque sabemos que lo que hacemos cambia o ayuda a amejorar muchas de esas vidas cotidianas.
Esta semana salí de la oficina y me metí en los barrios de Tuléar, en la realidad más profunda de esta ciudad de la mano de nuestros animadores sociales que lidian cada día con estas historias que hacen que nuestro trabajo tenga un sentido enorme.
Soy consciente de las difíciles situaciones en las que viven, las tremendas realidades a las que tienen que hacer frente, pero muchas veces el día a día nos hace no tenerlo tan presente aunque sabemos que lo que hacemos cambia o ayuda a amejorar muchas de esas vidas cotidianas.
Esta semana salí de la oficina y me metí en los barrios de Tuléar, en la realidad más profunda de esta ciudad de la mano de nuestros animadores sociales que lidian cada día con estas historias que hacen que nuestro trabajo tenga un sentido enorme.
"Sólo" eran visitas para conceder becas escolares a niñ@s cuyas familias se encuentran en dificultades no sólo económicas que hacen muy dicícil permitir a sus hij@s/sobrin@s/niet@s poder ir a la escuela y tener acceso a la educación formal.
Meterte en sus realidades, en su entorno te hace ver las historias que hay detrás de esas sonrisas y esa alegría innata que muchos niñ@s y jóvenes tienen, y todavía sorprende más como a pesar de todo tienen una voluntad de salir adelante, de no caer en el fatalismo, de las ganas que tienen de vivir y de tener un mejor futuro.
Un@s herman@s que con 13 y 14 años tienen una madurez sorprendente ya que la vida les ha llevado a hacerse cargo de sí mism@s y a vivir de casi nada, cuyo padrastro no quiere ni verl@s hasta el punto que tienen que vivir en una "casa" aparte. L@s dos sueñan con ser doctor@s.
Un niño de 12 años que cada noche tiene que cargar bidones de 20 litros de agua para ganarse 0,06 Euros por 4 bidones cargados. Estos céntimos son los únicos ingresos que sustenta a su abuela, bastante desmejorada, y a un hermano demasiado enfermo para poder trabajar. Un niño que a pesar de que muchas veces se duerme en clase por la falta de sueño y por el cansancio quiere seguir yendo a la escuela para poder darle una vida mejor a su abuela.
Un joven huérfano que le encanta tocar en la Malagasy Marching Band, pero que supone una "carga"económica a una tía con 4 hijos más y que a pesar de todo no desespera en poder terminar sus estudios.
Una familia de cinco miembros que vive con menos de 30 euros al mes gracias a que la madre trabaja de lunes a domingo como mujer de la limpieza en un hotel de alto standing y que prefirió perder el sueldo de un día para poder recibirnos en su casa y conseguir que su hijo pudiese acceder a la beca y continuar sus estudios.
Más de 1 800 historias, más de 1 800 razones para seguir Solidarigrafiándonos!!!
07 octubre 2017
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